martes, 7 de noviembre de 2017

El P. Samir Kalil SJ cesado en el Pontificio Instituto Oriental

El Vaticano, 07 noviembre, 2017,La Cigüeña de la Torre


Tiene 79 años, muy próximo ya a los 80, y eso podría justificar la jubilación. Aunque me dicen que está sumamente lúcido y activo. Siendo uno de los más eminentes conocedores católicos del Islam, y hasta es posible que el más destacado, estaría justificadísimo conservarle en e claustro como emérito para que siguiera impartiendo sus inmensos saberes. Pero Kalil no era políticamente correcto. El Islam que enseñaba, y que tan bien conocía, no era esa religión pacífica que tanto ama a los cristianos y a la que debemos abrir las fronteras e incluso las puertas de nuestras propias casas. Porque todos los musulmanes nos aman y son mucho más hermanos nuestros que algunos católicos rigoristas, verdadera vergüenza de nuestra religión.

Es evidente que no todo musulmán es un terrorista. Y que entre ellos hay buenas personas. Por lo general muy silentes. Los asesinos son una pequeña minoría pero asesinos desde el Islam. Pienso, puedo estar equivocado, que no pocos de los silentes se regocijan ante los atentados aunque sea en lo más profundo de su corazón. Algunos, no demasiados, protestan de ellos, sin duda unos cuantos por rechazar esa violencia y otros, tal vez no pocos, porque con ella ven amenazada su cómoda, o más cómoda que en los países de los que vienen, su estancia entre nosotros.

Ciertísimo que no todo musulmán es terrorista pero también que todos los terroristas, o casi todos, son musulmanes. El mundo cristiano, protestante o católico, y supongo que tal vez también el ortodoxo, aunque de ese sé menos, es acogedor. Al menos hoy. No hay más que ver las mezquitas que abundan en el mismo. No así los templos cristianos en Arabia, Irán, Yemen, Afganistán, el ya casi inexistente Califato…  En nuestros países no se mata a nadie por su religión o por la carencia de ella. En otros lugares sí. Y hasta por ser homosexual.

La multiplicación de los atentados, no pocas vece con el grito de que Alá es grande, ha creado un caldo de cultivo que está potenciando partidos extremistas con un éxito hace unos años inimaginable. Creando verdaderos problemas políticos. Hoy la bandera de echar al musulmán vende. Y no poco.

El P. Kalil decía verdades como puños. Sin llamar a ninguna guerra santa. Eso hoy lo hacen ellos. Lamento que el Pontificio Instituto Oriental, que no es ya sombra de lo que fue, prescinda de su autorizado magisterio. Pero que se anden con cuidado los intrusistas, Tauran vuelve hoy al Blog, porque de seguir esto así les pueden correr a cantazos. Con parkinson o sin él. Que cuando las cosas se desmandan puede ocurrir de todo.

Han echado al P. Kalil. No pasa nada salvo el dolor que él haya podido sufrir. ¿Qué el Pontificio Instituto ha perdido? Ya había perdido bastante más. El jesuita es sólo una anécdota. Y no tengo ninguna bandera que levantar por ella. Ahí me las den todas. Pero si hay algo más, y parece que lo hay, pues es posible que no haya muchos dispuestos a comulgar con ruedas de molino.

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