viernes, 20 de enero de 2017

Myanmar y la olvidada crisis de los rohingyas

La Habana,20-01-2017, (PL)Richard Ruíz Julién


 La crisis rohingya es una fuente de profunda preocupación en Myanmar, resaltada por la prensa en el mundo tras el asesinato de un aldeano musulmán en el Rakhine, al norte del país, días después de hablar con periodistas durante una gira del Gobierno. Pero el informe sobre este asesinato no es el único sobre el tema. Otros aparecen desde 1982, cuando los rohingyas fueron declarados no ciudadanos en Myanmar.

¿Es tal situación resultado del nacionalismo fanático, el fanatismo religioso o alguna forma de conspiración global? Quizás todos esos factores tienen algún papel en uno de los conflictos más enredados de la actualidad.

FANATISMO NACIONALISTA 

En Europa, la idea de nacionalismo surgió originalmente a finales del siglo XVIII con un rostro humano, pero demostró una grotesca fachada fanática durante la primera mitad del siglo XX. En África y Asia, motivó a millones de personas a luchar contra el colonialismo, pero en el último medio siglo resultó ser una maldición para la humanidad.


El historiador británico Basil Davidson señaló en su trabajo 'La carga del hombre negro: África y la maldición de la nación-estado', que el estado-nación africano moderno significó duras dictaduras, pobreza masiva y abuso extremo de los derechos humanos.En ese proceso, las minorías sufrieron más, y esto no se limitó sólo a África; muchas otras partes del mundo también se vieron afectadas negativamente. La comunidad rohingya parece ser uno de los peores ejemplos.

En una carta abierta al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, 23 líderes mundiales, entre ellos 13 galardonados con el Premio Nobel, expresaron su decepción por Aung San Suu Kyi, ahora Consejera de Estado, a su vez Premio Nobel de la Paz en 1991. Suu Kyi, a pesar de levantar consignas de paz y reconciliación nacional, no detiene la persecución de royingyas en su país.

¿Por qué no responde al llamamiento internacional sobre el tema? ¿Tiene miedo de perder apoyo entre la mayoría de la población de Myanmar, que es budista, mientras los rohingyas son musulmanes? 

El problema, para algunos, parece estar en el nacionalismo fanático.

Los rohingyas forman cerca de cinco por ciento de los 60 millones de habitantes de Myanmar, pero el origen de este pueblo es muy debatido. Ellos afirman que son indígenas del estado de Rakhine, conocido previamente como Arakan, en el oeste del país; otros señalan que son migrantes musulmanes originarios de Bangladesh y emigraron a Myanmar durante la ocupación británica.


Desde 1948, cuando se independizó el país, han sido víctimas de tortura, negligencia y represión. Ahora, con los drásticos cambios políticos y sociales, los ánimos de las varias comunidades que habitan el país están caldeados y volvió a emerger una ola de violencia y discriminación.Por su parte, Suu Kyi parece estar convencida de la necesidad de defender el Estado a cualquier precio, incluso a costa de cierta legitimización de la limpieza étnica.

FANATISMO RELIGIOSO 

Aunque el budismo es generalmente conocido por un enfoque tolerante a la vida, así como por su tendencia al auto-sufrimiento, Ashin Wirathu, un monje profesional, no oculta su sentimiento anti-rohingya. Sus declaraciones, recogidas por el diario Myanmar Alin, se resumen de la siguiente manera: 'La mayoría de los musulmanes destruyen nuestro país, nuestra gente y la religión budista'.

Wirathu lleva a cabo, de conjunto con grupos budistas radicales, operaciones para limpiar su nación de musulmanes, lo que dio lugar a numerosas crisis humanitarias durante las últimas décadas.

En 2012, dos olas de violencia, en junio y octubre, orquestadas por grupos extremistas de la mayoría budista en Rakhine provocó unos 140 muertos, cientos de casas y edificaciones musulmanas destruidas y unos 100 mil desplazados. También se acusó a las autoridades y policía local de no hacer lo suficiente para defenderlos.

Los rohingyas son acusados también de incitar la violencia. Se dijo que los eventos de 2014 se dispararon tras la violación y asesinato de una joven budista en Rakhine.


Los musulmanes tampoco son inmunes a la intolerancia, indica el profesor de la Universidad Islámica de Malasia, Abdullah al-Ahsan. En octubre de 2016, por ejemplo, las autoridades alegaron que 'los insurgentes rohingyas' mataron a nueve soldados de Myanmar, lo que dio lugar a otra nueva ola de violencia contra ese grupo étnico.

Ninguna agencia independiente investiga esa alegación, pero dado el escenario mundial más amplio, definitivamente se encontraría algún tipo de participación musulmana en muchas actividades fanáticas.

TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN 

La idea del reclutamiento de musulmanes para actividades fanáticas despreciables lleva a una pregunta sobre teorías de la conspiración.

Hoy en día la mayoría de los países mantienen al menos una agencia de espionaje para servirles, pero desafortunadamente, la mayoría de esas entidades, en lugar de reunir información sobre las amenazas de seguridad, están más interesadas en crear incidentes que sirvan a sus 'intereses nacionales', considera el profesor al-Ahsan.

Y por sus 'intereses nacionales' no son transparentes en el manejo de la información, puntualiza.Esa falta de transparencia es quizás el principal obstáculo para la resolución de conflictos en el mundo actual. ¿Es crear un estado separado para los rohingyas, como se ha sugerido, la solución a la crisis? 

Para algunos, como el profesor al-Ahsan, no, porque hoy en día muchos estados-naciones están al borde del colapso total y otros ya son identificados como estados fallidos. La solución radica en el resurgimiento de los valores socráticos, sostiene el académico. George Sarton, en su monumental Introducción a la Historia de la Ciencia, señala que 'la civilización griega terminó en fracaso, no por la falta de inteligencia, sino por la falta de carácter, de moralidad'.

¿La crisis rohingya motivará al mundo civilizado de hoy a aprender de la historia? Sólo el futuro determinará la respuesta a esa pregunta. En tanto, Naciones Unidas describe a los rohingyas como uno de los pueblos más perseguidos del mundo, una minoría 'sin amigos y sin tierra'.

Más de un millón de personas forman este grupo étnico, lingüístico y religioso, aunque se piensa que la represión en su contra creó una diáspora de otro millón en varias partes del mundo.Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, la crisis del pueblo rohingya es una de las más largas del mundo y también una de las más olvidadas.

Tal como explica el corresponsal de la BBC en el sureste asiático, Jonathan Head, 'Rakhine es el segundo estado más pobre de Myanmar, a su vez en la lista de los menos desarrollados en el mundo'. 'La pobreza, la negligencia y la represión juegan un papel enorme en el enardecimiento de la violencia comunitaria', añade.


'Y también las amargas memorias históricas y los temores que sienten las comunidades rivales de lo que podrían perder o ganar en el nuevo e incierto ambiente político de Myanamr'. 'Los budistas de Rakhine repiten rumores de boca en boca o en sitios de internet sobre atrocidades terribles cometidas por musulmanes y ocasionalmente presentan fotografías borrosas de cuerpos mutilados' explica Head.

'Pero ellos (los budistas de Rakhine) tienen una larga historia de abandono del gobierno central y se les ha hecho creer que la población musulmana crece de forma descontrolada y amenaza con abrumarlos'. 'Tienen miedo de las ideas extremistas islámicas, especialmente entre los jóvenes varones rohingyas que han vivido en Arabia Saudita', expone el corresponsal de la BBC.

Las largas décadas de aislamiento e injusticia crónica impuestas por la junta militar myanmena crearon un prejuicio y resentimiento en el estado de Rakhine. Y esto fermentó un clima ponzoñoso de desconfianza y desinformación. Lo cierto es que también, y a pesar de los yerros y críticas a la gestión de Suu Kyi, la tarea por delante no es nada fácil, si se toma en cuenta que, además de la separación física entre musulmanes y budistas, también hay una extrema segregación mental, aún más difícil de resolver.


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