viernes, 28 de octubre de 2016

Todos los Santos… de todas las religiones

Bilbao,28 de octubre de 2016,latribunadelpaisvasco.com/Javier Salaberria


Cementerio islámico de Bilbao

Le dieron seis meses de vida pero vivió treinta y seis. Era una mujer querida por muchos. Por su familia, por sus amigos, por sus alumnos, por sus vecinos de Bera. Nació en el seno de una familia católica pero abrazó el Islam hace más de quince años. También tenía amigos musulmanes aquí y allá. Dejó a su marido y a su hija adoptiva  tristes pero serenos ante lo que ya se les había anunciado desde hacía tiempo. Lo sorprendente es que hasta el último momento fue vital y optimista. Incluso quiso disfrutar de unas vacaciones días antes de su fallecimiento. Lo que ella no supo, aunque ahora sí lo sabrá, es que su entierro sería el primero de una musulmana vasca en estas tierras.

Las mismas que la vieron vivir y trabajar y por las que sentía un gran amor.

La enterramos en Lesaka, una bella localidad con un pequeño cementerio que cedió una parcela para 100 años por un precio razonable, sin importarle que ni la difunta ni su familia fueran del pueblo. Algo realmente generoso que hay que agradecer a esta villa Navarra de sólo 2.800 vecinos. Las vistas que rodean al cementerio no pueden ser más bellas: prados, bosques, montes… Un verdor rebosante de vida para acoger a los que descansan en paz. Allí hace tiempo que olvidaron enterrar al modo que lo hacían sus antepasados y se practican los enterramientos como es costumbre y norma actual: en nichos, panteones y con féretro. Nos pareció ver también algún enterramiento directamente bajo tierra. La parcela que disponíamos para ello estaba preparada para este tipo de inhumaciones. Cavado directamente sobre la tierra, hicieron un foso de un metro de ancho, dos de largo y dos de profundidad. La parcela estaba enquiblada, o lo que es lo mismo, orientada a Meca, lo que facilitaba mucho el enterramiento.

Inhumación, del latín «in» (en) y «humus» (tierra), es enterrar en el sentido literal de la palabra: depositar un cadáver en la tierra para devolverle todo lo que de ella se obtuvo. Un enterramiento musulmán no es otra cosa que una inhumación tradicional, ancestral, y no representa ningún riesgo para la salud pública siendo más beneficioso para el medio ambiente que cualquier otro método.

El cadáver de nuestra amiga fue limpiado y embalsamado durante más de cinco horas por una mujer musulmana, también vasca, que ni siquiera la conoció en vida. La lavó, le desprendió de cualquier resto de maquillaje o esmaltes, la ungió en óleos especiales y la envolvió en paños de lino y un sudario que cubría todo el cuerpo. Probablemente como fuera envuelto hace 2000 años el cuerpo de Jesús, la Paz sea con él.

Hablamos con el gerente de la funeraria para preguntarle si había inconveniente en enterrarla sin féretro en contacto con la tierra. Amablemente nos dijo que él haría lo que nosotros le pidiéramos ya que nunca antes había asistido al entierro de una persona musulmana. De hecho participó en el enterramiento ayudándonos a depositar el cadáver en el foso.

Previamente, media docena de musulmanes procedentes del Centro Cultural Islámico de San Sebastián, que no conocían a la difunta, acudieron a petición del marido para acompañarnos en la oración de Janaza u oración de funeral. Una oración breve y sencilla en la que se pide descanso eterno para el cadáver de cuerpo presente justo antes de proceder al entierro. También se pide por la familia, por la comunidad y por los difuntos en general.

Todos los allí reunidos, musulmanes y no musulmanes, familiares, amigos de ella y del marido e incluso los operarios de la funeraria y su gerente estuvieron de acuerdo en que aquel enterramiento fue especial y luminoso. Momentos antes de proceder al descenso del cadáver se debatió sobre cómo proteger al mismo de que la tierra cayera directamente sobre su rostro descubierto y sobre su cuerpo (como dicta la costumbre islámica). Normalmente para evitarlo, los enterramientos islámicos se hacen en zanjas con forma de V no de U, procediendo a colocar unas tejas lisas de pizarra o unos maderos que protegen el cadáver de ser aplastado por la tierra.

No había tal cosa en Lesaka así que improvisamos. Retiramos la tapa del féretro y dándole la vuelta lo usamos a modo de carcasa protectora descendiéndolo con cuerdas sobre el cadáver. Miramos por última vez el rostro de nuestra amiga y esbozaba una sonrisa plácida. Murió como musulmana y fue enterrada como tal en su propia tierra.

Valga este ejemplo como mero recordatorio para las administraciones públicas, especialmente para los municipios.

Ley 26/1992, de 10 de noviembre, por la que se aprueba el Acuerdo de Cooperación del Estado con la Comisión Islámica de España. Artículo 2-5.

“Se reconoce a las Comunidades Islámicas, pertenecientes a la «Comisión Islámica de España», el derecho a la concesión de parcelas reservadas para los enterramientos islámicos en los cementerios municipales, así como el derecho a poseer cementerios islámicos propios. Se adoptarán las medidas oportunas para la observancia de las reglas tradicionales islámicas, relativas a inhumaciones, sepulturas y ritos funerarios que se realizarán con intervención de la Comunidad Islámica local. Se reconoce el derecho a trasladar a los cementerios pertenecientes a las Comunidades Islámicas los cuerpos de los difuntos musulmanes, tanto los actualmente inhumados en cementerios municipales como los de aquéllos cuyo fallecimiento se produzca en localidad en la que no exista cementerio islámico, con sujeción a lo dispuesto en la legislación de régimen local y de sanidad.”

Amen.

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