jueves, 15 de septiembre de 2011

Europa y el odio al musulmán

Bruselas,15/09/2011,milenio.com,Thomas Hammarberg.

Foto: Reuters

El autor, comisario para los derechos humanos en la Asamblea parlamentaria del Consejo europeo, lanza una grave advertencia sobre la extensión de la islamofobia en el Viejo Continente, acrecentada tras el 11-S, pero no por eso justificable.

El sentimiento antimusulmán también está ampliamente difundido en internet.

En Noruega, la persona que asesinó a 77 de sus compatriotas el 22 de julio pasado tenía un objetivo muy preciso: cazar a los musulmanes y eliminar a la joven generación de un partido político favorable a una democracia multicultural. Anders Behring Breivik preparó el atentando con bomba en Oslo y la masacre en la isla juvenil de Utoya desde varios años atrás. Sus mismos escritos muestran cómo fue desarrollando su absurda islamofobia a través de intercambios en internet.

Lo que él escribió o simplemente copió es, en gran parte, una repetición de expresiones racistas y de odio contra los musulmanes y los migrantes originarios de Turquía, de los países árabes y de Asia que, no sólo se han vuelto muy habituales en ciertos sitios de internet, sino que también se escuchan con frecuencia hoy en el debate público en el conjunto de Europa, donde tristemente los prejuicios antimusulmanes están ampliamente expandidos, y no sólo en la Web.

En muchas grandes ciudades, las autoridades se oponen a la construcción de mezquitas, apoyándose en la opinión pública. El referendo de noviembre de 2009 en Suiza, que terminó rechazando los minaretes, es un buen ejemplo de ello.

Los sondeos de opinión efectuados en muchos países europeos transmiten el mismo mensaje: miedo, desconfianza y una visión negativa de los musulmanes y de la cultura islámica. Los partidos extremistas lograron progresar en los comicios mediante campañas agresivas contras los musulmanes, en particular en Dinamarca y los Países Bajos.

Pero lo que es aún más inquietante, es la inercia y la vergüenza que parecen compartir los partidos democráticos tradicionales, que consienten desde posturas dirigidas a dar una apariencia de legitimidad a toscos prejuicios a una xenofobia manifiesta.

Los sentimientos antimusulmanes tienen consecuencias muy específicas: un gran número de musulmanes en Europa están sometidos a un acoso en su vida cotidiana, lo que me fue reportado durante mis desplazamientos en todas las regiones del continente.

Los defensores de los derechos humanos me advirtieron de crímenes inspirados por el odio contra los musulmanes que toman formas muy diversas, de la amenaza verbal a la agresión física contra las personas, pasando por los ataques a la propiedad.

Los musulmanes también sufren discriminaciones en el mercado laboral, la vivienda y en el sistema educativo. Los jóvenes son los que más se enfrentan a esos obstáculos, cuando al mismo tiempo se les reprocha a las comunidades musulmanes por no “integrarse”.

En su conjunto, los dirigentes políticos han fracaso en erradicar los estereotipos islamófobos; algo, ciertamente, más difícil después de los atentados terroristas en Nueva York, Madrid, Londres, Amsterdam y también en Beslán y Moscú. Sin embargo, la emoción provocada por esos horribles crímenes exige hacer esfuerzos sistemáticos para establecer una distinción entre los terroristas y una aplastante mayoría de musulmanes. Pero dichos esfuerzos son raramente llevados a cabo.

A la vez, las razones por las cuales algunas personas se dejan influenciar por la propaganda del odio no han sido suficientemente analizadas. Aparentemente, el fenómeno se explica, en parte, por la misma ignorancia, el miedo y la frustración que engendran el racismo contra los gitanos y los inmigrantes en general.

Las personas que se sienten alienadas e ignoradas por quienes detentan el poder así como los políticos populistas en busca de apoyo electoral, hacen, a menudo, de las minorías sus chivos expiatorios.

Otro aspecto está ligado a la dimensión negativa de las comunicaciones modernas por internet. Una multitud de opiniones y de “hechos” racistas y xenófobos son difundidos en los sitios extremistas y tomados como tal por internautas que tal vez nunca conocieron los hechos reales y los contraargumento. Los extremistas se reúnen en el ciberespacio y se felicitan mutuamente de sus ideas malsanas, creando así redes de subculturas antidemocráticas y peligrosas.

La reacción de los responsables políticos y de otros guías de opinión en toda Europa es particularmente importante en este contexto.

Es esencial que ellos asuman una postura clara a favor de la tolerancia y contra el fanatismo. Es lo que los noruegos hicieron con una determinación y una dignidad admirables cuando el mal los golpeó en pleno corazón.

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