domingo, 18 de septiembre de 2011

«En Vitoria, todo lo que huele a Islam genera rechazo»

VITORIA,18.09.11,elcorreo.com,SAIOA ECHEAZARRA

El docente reside en Vitoria desde hace 15 años. :: IGOR AIZPURU

«Los paquistaníes tienen derecho a abrir su mezquita en Zaramaga como cualquier otro creyente», sostiene

«¿Por qué no controlaron el fraude en el padrón antes? Dar de baja a miles de personas es polémico»

Reside desde hace 15 años en Vitoria e imparte Historia del Pensamiento Musulmán en las Aulas de la Experiencia de la UPV. Natural de Marruecos, casado y con un hijo, Ahmed Chaghouaoui conoce muy bien cómo perciben los vitorianos a los foráneos, ya que es miembro del colectivo cultural Asadaka y fue presidente de la asociación Iniciativa Marroquí en Euskadi. Apartado ya de esa labor, cree que ahora peligra la convivencia por la polémica de la mezquita de Zaramaga.

-¿Qué opina de la medida de subir a 3 años de empadronamiento o 5 de cotización el mínimo para cobrar ayudas sociales?
-Es consecuencia de la crisis y los recortes sociales de la derecha. En este caso, el alcalde aprovechó el malestar de la calle para, tal vez, satisfacer a una parte de la población que se queja de que los inmigrantes sólo vienen a recibir ayudas. Probablemente esa iniciativa va contra gran parte de los inmigrantes, que reciben la mayor parte de las ayudas, aunque no estoy de acuerdo porque siempre hemos tenido los datos para saber si es verdad o no.

-¿Qué le parece la puesta en marcha de la policía del padrón?
-Por un lado, supone un control excesivo, pero hay que hacer algo contra cualquier fraude. Si el Ayuntamiento activa mecanismos me parece bien, pero nunca implicando a los ciudadanos. Parecen iniciativas que impulsa el alcalde para contentar a una parte de los vitorianos que, en mi opinión, son minoría.

-El Ayuntamiento descubrió en el servicio de padrón 6.538 expedientes de baja sin tramitar desde 2009. ¿A qué lo achaca?
-Habría que preguntarse dónde estaban antes todas esas personas empadronadas de forma ilegal, y no es una cifra precisamente pequeña. ¿Cómo se empadronó a tanta gente sin que nadie dijera nada? ¿Por qué si aceptaron empadronar a toda esa gente ahora les dan de baja de un plumazo? ¿Dónde estaban los funcionarios tiempos atrás? No lo entiendo. Deberían controlarlo desde el principio para no tener que intervenir, porque dar de baja de repente a miles de personas suscita bastante polémica.

El 'efecto llamada'

-El alcalde se propone acabar con el 'efecto llamada'. ¿Ve real esta tendencia?
-El problema es que desde las instituciones han 'vendido' una imagen idealizada de Vitoria, y luego no son capaces de asumir esa responsabilidad. Da la impresión de que en Euskadi existe una red sólida de ayudas sociales que tal vez podría generar ese efecto llamada en este momento de crisis, pero no lo sé porque carezco de datos. Si no se es capaz de asumir las consecuencias, no se puede vender un oasis detrás de un desierto y cuando llegan las vacas flacas cerrar el grifo de repente. Hay que ser coherente con lo que una sociedad es capaz de asumir, y a veces se dan contradicciones.

-El Consistorio también habilitó un teléfono contra el fraude. Si descubriera a un vecino que lo practica, ¿lo denunciaría?
-Nunca haría de policía contra los ciudadanos. El Ayuntamiento tiene otros medios para controlar las ayudas sociales, y ese método no me convence.

-¿Opina que en Vitoria hay racismo?
-Gracias a Dios, no se ha fomentado esa realidad xenófoba y violenta, pero sí hay un germen que, si no intervienen las instituciones y la sociedad civil en general, podría llevarnos a situaciones que posiblemente lamentemos dentro de poco. Vitoria no era tan racista hace unos años, pero cada vez se nota más un ambiente distinto. Ésta era una ciudad modelo para la convivencia, y lamentablemente hoy se está viendo fragmentada por el respaldo de las propias instituciones. Lo estamos viviendo con el alcalde en el tema de la mezquita de Zaramaga.

-¿Cree que ese «germen» de rechazo al inmigrante es fruto de una mala gestión política en los últimos años?
-La mala gestión de los partidos influye en la imagen exterior que se crea de una ciudad, y esa idea de los servicios sociales después genera descontento entre la población. Vitoria era ajena a esas actitudes sin saber que se estaba fomentando una realidad que estamos viviendo todos los días y, como decía, la mezquita de Zaramaga es uno de los mejores ejemplos.

-¿Tienen derecho los paquistaníes a abrir una mezquita en Martín Olave?
-Jurídicamente no estoy seguro, tengo entendido que sí, pero en mi opinión tienen todo el derecho a tener su local de reunión para celebrar rituales como cualquier creyente, al igual que los vitorianos tienen sus iglesias. Cuando vivía en Zabalgana y se abrió una iglesia, nadie preguntó si se podía abrir o no, ni tampoco me molestó. Lamentablemente, algunos han conseguido convencer a los vitorianos de que hoy en día todo lo que huele a Islam genera rechazo.

-¿Cómo abordaría este conflicto?
-Lo mismo respondí sobre la apertura de la última mezquita en San Cristóbal. Los vecinos tenían miedo a que se formaran aglomeraciones, y no ha habido ningún problema. En el barrio hay respeto y se ha abierto el local sin que haya pasado nada. En Zaramaga viven varios cientos de personas de religión musulmana, no sé si practicantes, pero tienen derecho a tener un local para reunirse. Además, prácticamente toda la población de Zaramaga emigró desde otras regiones de España, y no me explico cómo ahora intentan enfrentarse con otros inmigrantes.
Fundamentalismo

-¿Hace bien el Ayuntamiento en seguir mediando con los impulsores de la mezquita?
-Las instituciones deben mediar de una forma adecuada por el bien de nuestra convivencia y no con fines electorales. En este caso, los paquistaníes debe intercambiar impresiones para llegar a un acuerdo que sea favorable para todos. El objetivo es la convivencia en paz y, por supuesto, entendernos y hablar. Cualquier polémica se soluciona hablando.

-¿Conoce qué tipo de mezquita quieren abrir en Zaramaga?
-No es una mezquita al uso. Para mí, las mezquitas de Vitoria no son mezquitas, sino locales de reunión. Por ejemplo, para los paquistaníes es difícil juntarse con marroquíes porque hablamos idiomas distintos. En Zaramaga, no se reúnen sólo para rezar, sino para hablar y descargar esa soledad del inmigrante.

-¿Existe fundamentalismo en las mezquitas de Vitoria?
-Si entendemos por fundamentalismo violencia, el Estado tiene los instrumentos para vigilar a quienes van detrás de ese fundamentalismo violento. Desconozco si esa rama existe en Vitoria, pero si entendemos por fundamentalismo practicar los rituales de la fe de una forma radical, siempre que no haya violencia de por medio, no tendré ningún problema. Respeto las demás religiones y no soy quién para juzgar a nadie.

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