sábado, 10 de octubre de 2009

El renacimiento de la corte del califa

CÓRDOBA,10-10-09,abc.es, LUIS MIRANDA.

Asomarse a una ventana puede ser como viajar en el tiempo para mirar al pasado. Un proyección en tres dimensiones cuenta con imágenes aquello que dicen los libros sobre el llamado Salón Rico de Medina Azahara: los embajadores recibidos por el califa, los gestos del monarca musulmán para impresionar a sus visitantes, la corte observándolo todo y los saludos donde los que llegan lo hacen con una postura de sumisión.

Es sólo un ejemplo de lo que ofrece la exposición permanente de la nueva área de gestión integral de Medina Azahara, y con la que los visitantes conocerán la historia de la ciudad palatina.

No es una exposición convencional, porque se vale de sus ricos fondos y de los medios tecnológicos para que los que llegan comprendan cómo era la ciudad de Abderramán III y sepan de su breve esplendor y decadencia.

El primer bloque, titulado «¿Por qué surge Medina Azahara?» enseña en qué contexto político decidió el califa construir una nueva urbe cerca de Córdoba y se detiene en el proceso de construcción de la ciudad palatina.

A partir de ahí, otro panel muestra de dónde provenían los materiales y otros dibujan el aspecto de la ciudad, con las casas de los ministros, el alcázar, la mezquita y las viviendas.

La visita continúa después en una planta baja donde están algunos de los restos más conocidos, como el emblemático cervatillo de Medina Azahara, un brocal de fuente que se fecha en el siglo X. Objetos de cerámica y de cristal y los emblemáticos capiteles que han ido apareciendo en las excavaciones arqueológicas. La muestra de objetos se completa con las presentaciones informáticas hablando de la corte de los califas y de sus herederos, pensados para que quienes acudan a Medina Azahara tengan sencillo reconstruir cómo era el lugar del que se ofrecen los restos arqueológicos.

Destrucción y expolio

La visita vuelve después a la planta superior, donde el abundante testimonio gráfico y documental muestra las etapas finales de Medina Azahara: su destrucción tras las guerras civiles de principios del siglo XI y más tarde el expolio de la última época musulmana y del comienzo de la cristianización. Una animación enseña cómo la sedimentación y la vegetación fueron tapando lo que quedaba de Medina Azahara antes de pasar al siglo XX, cuando empezaron las excavaciones que volvieron a sacarla a la luz.

La sala de exposiciones es la parte más amplia de un edificio que sus autores, los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, concibieron como «introvertido, para que no destacara en absoluto con respecto a las ruinas» y al paisaje. «De ahí surgió la idea de actuar hacia dentro, como hacen los arqueólogos e iluminar el edificio a través de patios», explicó Enrique Sobejano.

El edificio está a ras de suelo y llega hasta los seis metros de profundidad, con una única terraza a dos metros de altura, desde la que se puede observar el conjunto arqueológico con un esquema donde se explican todas sus localizaciones.

Su estudio arquitectónico es también el responsable del proyecto museográfico del centro, que tiene una extensión total construida de 7.293 metros. Los guiños a la arquitectura islámica son constantes, empezando por los patios y terminando por los colores. Medina Azahara estaba armonizada en estuco blanco y estuco rojo, los dos colores que predominan en la nueva sede institucional: hormigón blanco visto y acero oxidado en los cubos de las salas expositivas y del exterior.

La sede tiene unos 7.000 metros y capacidad de crecer, según Enrique Sobejano, que explicó que se podrían construir nuevos pabellones subterráneos en el futuro, uno de ellos para exposiciones temporales.

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