lunes, 21 de mayo de 2007

LA ASTRONOMÍA ÁRABE A PARTIR DEL SIGLO XI 4

Las dificultades reseñadas seguirán durante dos siglos y, será a mediados del siglo XII, en Marâgha6, situado en la frontera entre los estados actuales de Irán y Turquía, donde se construirá un observatorio expresamente destinado a suministrar observaciones concretas que pongan a punto nuevos modelos planetarios, con un programa de observaciones que debía cubrir idealmente treinta años, ya que el planeta conocido más alejado, Saturno, tiene una rotación de 29 años y medio. El constructor fue Nasîr al-Dîn al-Tûsî y al-`Urdî se encargó de concebir los instrumentos capaces de responder al programa. Esta escuela de Marâgha durará hasta finales del siglo XIV, y será Ibn al-Shâtir (muerto en 1372) el que constituya su final7. Este observatorio pudo ser utilizado continuamente durante más de sesenta años gracias a que los príncipes locales le habían otorgado unos créditos estables para su funcionamiento provenientes de los ingresos del waqfs, lo que era algo completamente excepcional para todo lo que no tuviera una finalidad puramente religiosa. Los sabios que allí trabajaban partieron desde la base, agrupando todos los trabajos anteriores, ya fueran griegos o árabes, y haciendo nuevas redacciones de estos textos antiguos para adaptarlos al estado de la ciencia de su tiempo.

Los nuevos modelos del movimiento planetario que cuidadosamente se pusieron a punto ya no son de la escuela de Ptolomeo, las composiciones de círculos destinados a representar los movimientos de los astros son muy diferentes de las del Almagesto y dan resultados mucho más coherentes y precisos. Esta "nueva astronomía" sigue siendo geocéntrica, pues la física de la época no permitía que la tierra girara sobre sí misma, ni que tuviera un movimiento de translación. Pero Ibn al-Shâtir llegó a un sistema geocéntrico casi perfecto, con una explicación de todos los movimientos celestes gracias a movimientos circulares rigurosamente uniformes y con la posibilidad de construir tablas de posición de los astros con una gran exactitud.

El observatorio fundado en Marâgha es el primero de su género y el modelo para los grandes observatorios posteriores: Samarcanda en el siglo XV, Estambul al comienzo del XVI y, más tarde, el observatorio de Tycho Brahé a finales del mismo siglo XVI. En todos estos observatorios, anteriores a la introducción de las lentes y los telescopios, encontramos una semejanza chocante entre los instrumentos, los primeros de los cuales se crearon o perfeccionaron por al-`Urdî para el de Marâgha, tradición que acaba en el observatorio de Jaipur, en la India, edificado en el siglo XVIII por Jai Singh8.

Cuando se toman los resultados de Ibn al-Shâtir, resulta perfectamente posible darse cuenta del movimiento de todos los astros gracias a modelos geométricos particularmente sofisticados, todos ellos centrados en la tierra, y componer tablas que son particularmente exactas ya que estas tablas, calculadas en Damasco a finales del siglo XIV, se volvieron a copiar en diferentes bibliotecas y fueron utilizadas en muchas mezquitas hasta el siglo XIX.

Marâgha representó una revolución que, simultáneamente, continuaba y rompía con la época anterior a la astronomía árabe. Era precisa otra revolución para ir más lejos, y esta revolución no tendrá lugar en el mundo árabe, sino en Polonia con Copérnico, muerto en 1543. Cuando se lee la obra de Copérnico se ve lo mucho que le debía a la astronomía árabe y que sus modelos geométricos se basaban en gran parte en los de Ibn al-Shâtir. El primero en observar esta similitud fue el Profesor Hartner quien, en 1964, publicó un artículo mostrando que las figuras de Copérnico eran las mismas que las de Ibn al-Shâtir y que incluso las letras de las figuras eran las mismas: por ejemplo, alif se convertía en A, ba en B, jim en G, etc9. Como Ibn al-Shâtir no fue traducido al latín, se desconoce el modo por el que se trasmitió esta ciencia, ¿quizá a través del griego, o bizantino?... El profesor Neugebauer, que trabajó mucho sobre esta cuestión, llamaba a Copérnico el último alumno de la escuela de Marâgha, que tuvo el ingenio de cambiar el origen -desplazándolo de la tierra al sol- y de poner a la tierra en movimiento, mientras conservaba los métodos matemáticos de esta escuela de astronomía árabe. Pero se desconoce la forma precisa en la que pudo ejercerse este influjo tan evidente.

Este ejemplo del desarrollo astronómico alrededor del Mediterráneo muestra que es imposible hacer abstracción de la astronomía árabe para poder comprender como nació la astronomía moderna. Lo mismo sucede exactamente con la historia del resto de las ciencias exactas y, en particular, de las matemáticas.


Regis Morelon: Investigador del CNRS.

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